Estando a la mesa, dijo don Antonio a Sancho:
—Acá tenemos noticia, buen Sancho, que sois tan amigo de manjar blanco y de albondiguillas, que si os sobran las guardáis en el seno para el otro día. —No, señor, no es así —respondió Sancho—, porque tengo más de limpio que de goloso, y mi señor don Quijote, que está delante, sabe bien que con un puño de bellotas o de nueces nos solemos pasar entrambos ocho días. Verdad es que si tal vez me sucede que me den la vaquilla, corro con la soguilla, quiero decir que como lo que me dan y uso de los tiempos como los hallo; y quienquiera que hubiere dicho que yo soy comedor aventajado y no limpio, téngase por dicho que no acierta, y de otra manera dijera esto si no mirara a las barbas honradas que están a la mesa. (Quijote, Rico, 1133-1134)
Modo de hacer las albondiguillas de ave:
Tomamos una buena pechuga y un migajón de pan remojado en agua, lo mezclamos con un poco de tocino, y si es para personas dolientes le echamos enjundia de capón fresca. Todo ello lo picamos bien y le añadimos dos yemas de huevos, lo sazonamos con jengibre, nuez moscada, cilantro seco, pimienta y sal. Tenemos un caldo de gallina colado sin verduras, y hacemos unas albondiguillas pequeñas que cocemos en este caldo dándoles sólo dos hervores. Esto lo haremos en el momento de tomarlas, pues si se hacen antes se ponen morenas, y si se toman nada más cocer estarán muy blancas que es su punto.
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