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domingo, 28 de junio de 2015

Intestino: Nuestro segundo cerebro

Tenemos dos cerebros: uno en la cabeza y otro oculto en nuestras entrañas. Los neurólogos han hallado que este último, también es capaz de recordar, ponerse nervioso y dominar a su colega más noble.
Hace 4.500 años, los eruditos egipcios situaban en la parte más prosaica de nuestro organismo, con sus intestinos inquietos y pestilentes, la sede de nuestras emociones. En el Papiro Smith, por ejemplo, ya puede leerse que el estómago constituye la desembocadura del corazón, el órgano “donde se localizan el pensamiento y el sentimiento”.
De este modo, cualquier manifestación o alteración en la mente cardiaca se refleja indefectiblemente en el aparato digestivo. En el Papiro Ebers (1550 a. de C.) se describe sin tapujos esta relación anatómica y funcional: “Tratamiento de una gastropatía. Si examinas a un hombre con una obstrucción en el estómago, su corazón está atemorizado, y en cuanto come algo, la ingestión –de alimentos– se hace dificultosa y es muy lenta”.
Durante siglos, los galenos prestaron más atención a nuestro vientre que al cerebro, órgano al que tradicionalmente se le otorgó el cometido menor de ventilar la sangre. En todas las culturas antiguas y modernas se ha tenido la conciencia, al menos popular, de que nuestras tripas son capaces de experimentar emociones.
Al recibir una buena noticia, un cosquilleo placentero invade la barriga, como si en su interior revolotearan miles de mariposas. Por el contrario, las situaciones de tensión, miedo o aflicción hacen que el estómago se encoja y sintamos como si un roedor escarbase en nuestras entrañas. La repulsión hacia algo o alguien puede llegar a producir náuseas e incluso provocar el vómito. Este mar de sensaciones estomacales empieza ahora a encontrar una explicación dentro de los límites de la ciencia.
Fruto de décadas de trabajo, los científicos están en condición de afirmar que, por inaudito que pueda parecer, en el tracto gastrointestinal se aloja un segundo cerebro muy similar al que tenemos en la cabeza. Efectivamente, el tubo digestivo está literalmente tapizado por más de 100 millones de células nerviosas, casi exactamente igual que la cifra existente en toda la médula espinal, estructura que junto al encéfalo –cerebro, cerebelo y tronco encefálico– forma el denominado sistema nervioso central (SNC). Desde el punto de vista estructural, los neurólogos dividían el sistema nervioso en dos componentes: el central y el periférico (SNP). Este último incluye las neuronas sensitivas, que conectan el SNC con los receptores sensitivos; y las neuronas motoras, que ponen en comunicación el sistema central con los músculos y las glándulas.
En esta mujer de cristal (izquierda) que se exhibe en el Museo Alemán de la Higiene, en Dresde, se aprecia el parecido visual entre nuestros dos cerebros, el que habita en la cabeza y el intestinal. En realidad se trata de una metáfora de las similitudes existentes a nivel bioquímico y celular.
Las neuronas de la tripa no sólo controlan la digestión. A su vez, los elementos nerviosos dedicados a las funciones motoras se categorizan en una división somática, que enerva los músculos esqueléticos, y una división autónoma, que une los llamados músculos lisos, el músculo cardíaco y las glándulas. Hasta hace poco, los expertos incluían el cerebro de la panza dentro del SNP. “Pensábamos que el aparato gastrointestinal era un tubo hueco con reflejos simples. A nadie se le ocurrió contar las fibras nerviosas que lo recorren”, confiesa David Wingate, profesor de la Universidad de Londres.
Según explica la Dra. Otilia Quireza, este segundo cerebro se conoce como Sistema nervioso entérico, y es en realidad una unidad anatómica única que abarca desde el esófago hasta el ano.
Al igual que el recluido en las paredes craneales, el cerebro entérico produce sustancias psicoactivas que influyen en el estado anímico, como los neurotransmisores serotonina y dopamina, así como diferentes opiáceos que modulan el dolor. Además, sintetizabenzodiazepinas, compuestos químicos que tienen el mismo efecto tranquilizante que elValium.
Este cerebro abdominal tendría así dos misiones fundamentales:
  • -Supervisar todo el proceso de la digestión, desde los movimientos peristálticos, la secreción de jugos digestivos para digerir los alimentos, la absorción y transporte de nutrientes y la eliminación de los productos de desecho.
  • -Colaborar con el sistema inmune en la defensa del organismo.
Contemplando esta unidad anatómica desde la Medicina Psicosomática, en la primera parte, en el esófago, el paciente puede manifestar deglución dolorosa y podemos pensar¿qué es lo que no puede tragar en su vida actual­? Cuando uno no quiere tragar, ni asimilar una situación, ésta la disimula tragando aire lo que terminará acumulando gases que causarán molestias.
Ya en el estómago, los alimentos deben ser digeridos, pero también aquí se van a digerir los sentimientos. Si el paciente no exterioriza la agresividad, esta se quedará adentro y si la expresa en exceso se sentirá culpable y lo rumiará, pero de ninguna de los formas solucionará su problema. Las personas que padecen de estómago suelen ser personas que rehúyen  las situaciones conflictivas.
El cerebro es el encargado de digerir las emociones, mientras que el intestino digiere los alimentos. Cuando el paciente presenta problemas en su intestino delgado nos podemos plantear si no estará analizando demasiado las cosas. Para laMedicina Psicosomática, el intestino delgado es un indicador de las angustias vitales de la persona, y pueden manifestarse en forma de diarrea, que representa el miedo de soltar. Por otra parte, cuando el que está afectado es el intestino grueso, el síntoma más frecuente va a ser el estreñimiento, que viene a representar la resistencia de dar o el afán de retener. Y no sólo en el sentido material del dar sino también respecto a las emociones, el miedo a exteriorizarlas.
Otro dato importante es que el 90% de la serotonina, la hormona del bienestar, la producimos en el intestino.
La doctora Irina Matveik, especialista en Endocrinología y Nutrición Clínica por laUniversidad Estatal de Medicina de Bielorrusia, nos muestra una serie de pautas a tener en cuenta para lograr que nuestro segundo cerebro funcione mejor y en consecuencia sea mayor nuestro bienestar:

¿‎Cómo estimular el “cerebro intestinal” a nuestro favor?

El cerebro intestinal libera sus sustancias químicas como, por ejemplo, la serotonina (la famosa hormona de la felicidad y el bienestar) como respuesta a una alimentación y digestión sanas. Hay que saber que la serotonina no se produce sólo en el cerebro sino que, por el contrario, la mayor parte de ella (el 90%) se libera en el intestino. Si nos alimentamos bien, variado y con un aporte proporcional de todos los nutrientes; si tenemos unos hábitos sanos a la hora de comer (sin prisa, masticar bien y no distraernos) el sistema digestivo nos responde y nos lo agradece con una sensación de bienestar, dándonos un buen suministro de energía, vitalidad y optimismo.
Por otra parte, las neuronas digestivas también se estimulan con las técnicas derespiración abdominal, estiramientosmasajes suaves de la tripa, y con calor suave y relajante, aplicado a la zona del vientre.

¿En qué medida es importante una adecuada higiene abdominal, para que pueda hacer bien sus funciones?

Lo más importante es el equilibrio entre la entrada de los alimentos y todas las sustancias que tragamos y la descarga de todos los residuos y los productos secundarios de la propia función celular y bacteriana que tenemos que expulsar. Si estamos sobrealimentados o si consumimos demasiados alimentos, dudosos respecto a su calidad nutritiva, de este modo fácilmente saturamos y trastornamos nuestra tubería interna.
Si por alguna razón patológica o funcional la digestión y/o el tránsito intestinal es lento y no de forma completa, entonces formamos acúmulos de los residuos en nuestro interior y podemos llegar a una sobrecarga tóxica o la autointoxicación. Esta última se manifiesta de múltiples formas, tiene diferentes caras y síntomas.
Por supuesto, la limpieza es importante, practicar una depuración interior es una “garantía” para evitar elevar los riesgos del desarrollo de muchas enfermedades y una oportunidad para el cuerpo para incrementar el rendimiento, la energía y tener un mayor aporte nutricional.

¿Cómo mantener una higiene intestinal de una forma natural, en nuestros hábitos de la vida cotidiana?

Con una correcta higiene digestiva: respetar las señales que nos manda el cuerpo, no suprimir las necesidades naturales de ir al baño ni tener prisa haciéndolo. Crear un ritual e intentar repetirlo todos los días, alrededor de las mismas horas, con calma y tiempo suficiente para poder vaciar bien el vientre y sentirse ligero y limpio por dentro. Insistir, repetir y seguir entrenando tu cuerpo para que responda a tu ritual y crear un firme reflejo condicionado.
Además, hay que beber 2 litros de líquidos al día, ingerir por lo menos 400 g de verdura variada cada día, no olvidarnos de las legumbres (2-3 veces por semana, al menos 200 g en cada toma), consumir productos fermentados (kéfir, chucrut), tres tomas de fruta al día, frutos secos variados, por lo menos 30 g al día. Y si no puedes cumplir con estas cantidades diarias recomendadas, quizás te conviene tomar unos suplementos naturales de fibra.
Conviene de vez en cuando (un día al mes o por semana) acelerar tu propio tránsito intestinal tomando mucho zumo de ciruelas, kiwis o kéfir o/y suplementos de magnesio, y con eso te puedes asegurar una limpieza más profunda.

¿Cómo comer?

Saboreando y apreciando el proceso: sin prisa, masticar, analizar los gustos y las texturas de los alimentos, no comer “mientras tanto” (mientras que hacemos esto o lo otro), no distraer nuestra atención con otras actividades simultáneas, como ver la tele o leer la prensa.

¿Cómo moverse? Cómo debería ser una actividad física adecuada?

Con regularidad. Lo más que le gusta a nuestro cuerpo es la previsibilidad y la regularidad. Con una actividad física rítmica y repetitiva, el cuerpo te lo va a agradecer y te proporcionará un magnifico bienestar. No tienen tanto valor ni son saludables las actividades físicas esporádicas y bruscas como sí lo tiene un ejercicio regularizado e incorporado firmemente a tu rutina. Los movimientos y estiramientos, aunque sean muy sencillos y cortos en el tiempo (al principio, hasta que entras en la rutina y el gusto por ellos y les dediques más tiempo), si se realizan todos los días y a horas asignadas, te activarán todos los sistemas vitales y te asegurarán un bienestar a corto y largo plazo.

¿Cómo saber si nuestro sistema digestivo está en buena forma?

Hay que saber escucharlo: los síntomas como la acidez, el ardor, el reflujo, la pesadez, la hinchazón, el dolor, demasiados gases, la irregularidad del tránsito intestinal, náuseas, etc., son sus formas de expresarse, es el lenguaje digestivo, el aviso de que algo anda mal. Entonces hay que hacerle caso y observar con atención y paciencia tu sistema digestivo: por qué y cuándo te aparecen aquellas molestias (con qué tipo de comida o en qué situación) e intentar corregirlo.
Lo que sucede frecuentemente es que la gente se acostumbra a vivir con hinchazón o diarreas (o todo lo contrario) o piensan que es algo normal o vergonzoso, o que su digestión es así de delicada, sin buscar las respuestas ni intentar corregir la calidad de su función digestiva.

¿Cómo puede afectar un entorno excesivamente ácido en el sistema digestivo?

El cuerpo sano suele equilibrar y controlar el pH (que es el parámetro de la acidez) de sus tejidos y de su medio ambiente. La acidificación excesiva, en el estómago por ejemplo, puede ser causada por bacterias/infecciones, por procesos inflamatorios o por abuso de las comidas “acidificantes” como los hidratos de carbono y los dulces, por ejemplo, o las bebidas gaseosas. La acidificación del contenido del intestino grueso puede ser causada por un desequilibrio de la microflora intestinal, un sobrecrecimiento de las bacterias y/u hongos agresivos y por una mala alimentación. De nuevo, la clave está en la alimentación y en la propia observación.

¿Cómo reequilibrarlo?

Descartar una posible infección o un proceso inflamatorio, que requieran tratamientos con especialistas. Rituales de depuración, batidos verdes, consumo adecuado de las verduras y las frutas, agua, suplementos minerales alcalinizantes y probióticos.
En resumen, los síntomas intestinales pueden reflejar la personalidad y los conflictos psíquicos. Lo que es bueno para un cerebro, lo es también para el intestino, o mejor dicho, para el cerebro abdominal. Y también a la inversa: si cuidamos nuestros intestinos nuestra salud emocional lo notará y nuestro organismo en general nos lo agradecerá.

Como dice el Dr. Jean Seignalet “la limpieza intestinal sería para el cerebro del bajo vientre algo así como una cura de sueño para el sistema nervioso central”.

Fuentes: Un artículo extraído de la revista “Muy Interesante”, más estudios realizados por la Dra. Otilia Quireza y la Dra. Irina Matveikova publicados en diferentes páginas de internet.

Publicado por:
Gloria de los Ángeles Espíndola www.unmundodebrotes.com

viernes, 26 de junio de 2015

Antibiotico Natural


El remedio que detallaremos a continuación, comenzó a utilizarse en la época medieval. Su fórmula básica se originó en Europa y era consumida para tratar todo tipo de enfermedades, epidemias y pandemias.
Esta receta natural, funciona para limpiar íntegramente el organismo. Se considera la fórmula maestra para matar bacterias de todo tipo. Sus beneficios son:
  • Es antiviral: Elimina los virus que causan muchas enfermedades.
  • Es antifúngico: Previene y mata eficazmente los hongos.
  • Promueve la circulación sanguínea: Mejora el drenaje linfático de todas las partes del cuerpo.
  • Al ser un antibiótico natural, tiene excelentes resultados en tratamientos para combatir la cándida. (La cándida es una levadura, un hongo que puede reproducirse dentro de nuestro organismo y desencadenar variadas infecciones).
  • Es un antibiótico de amplio espectro: mata bacterias patógenas de varios tipos.
  • Ayuda a eliminar parásitos intestinales.
  • Estimula la eliminación de toxinas: purifica la sangre.
  • Fortalece el sistema inmunológico: a lo largo de los años ha combatido enfermedades crónicas y mortales.
Receta del Antibiótico

Cada uno de los ingredientes de esta receta, aportan un beneficio único, convirtiendo a este remedio en el más poderoso de todos los remedios naturales.
  • Ajo: A diferencia de los antibióticos químicos, el ajo es un antibiótico natural que no elimina bacterias necesarias para el organismo (como las que se alojan en el sistema digestivo). Es también antifúngico y elimina microorganismos causantes de enfermedades.
  • Cebolla: Tiene propiedades similares al ajo aunque es menos agresiva contra los microorganismos.
  • Rábano picante: Es una hierba utilizada para curar enfermedades pulmonares y las que afectan los senos paranasales.
  • Jengibre: Es utilizado como antiinflamatorio por promover la circulación sanguínea.
  • Chiles: Por un lado, tienen propiedades antibióticas, por el otro, promueven la circulación sanguínea de todo el cuerpo.
  • Cúrcuma: Reduce las inflamaciones del organismo y lo limpia de infecciones. Es efectiva eliminando células cancerígenas y aliviando el dolor articular.
  • Vinagre de sidra de manzana: Cuenta la historia que Hipócrates, el padre de la medicina, sólo utilizaba dos remedios: el vinagre de manzana y el de miel. Alrededor del año 400 a.C. ya conocían las bondades saludables de este alimento. Contiene una fibra llamada pectina que reduce el colesterol malo y regula la presión arterial. También ayuda a controlar el hambre voraz y la ansiedad.
    Cuando ingieres un alimento junto con vinagre de manzana, este último extrae el calcio de lo que consumes y promueve su absorción por parte del cuerpo. Es decir que ayuda a la salud y fortaleza de nuestros huesos.
    Es rico en potasio y en betacaroteno. Previene la acción de los radicales libres y ayuda a lucir una piel saludable y tersa.
    Contiene ácido málico que lucha contra las infecciones fúngicas y bacterianas. Incluso elimina los depósitos de ácido úrico que se alojan en las articulaciones.
    Utiliza vinagre de sidra de manzana para tratar: cefaleas, estreñimiento, artritis, indigestión, diarreas, fatiga crónica, etc.
Antes de realizar esta preparación, te aconsejamos que uses guantes en las manos. Al manipular ingredientes picantes, puedes sentir hormigueos y luego, corres el riesgo de tocarte los senos paranasales.
Utiliza ingredientes orgánicos y frescos.

Ingredientes:
  • 700 ml de vinagre de sidra de manzana.
  • ¼ taza de cebolla finamente picada.
  • ¼ taza de ajo finamente picado.
  • ¼ taza de jengibre fresco (rallado en el momento).
  • 2 ajíes picantes o chiles (el más fuerte que consiga).
  • 2 cucharadas de rábano picante rallado.
  • 2 cucharadas de polvo de cúrcuma (o 2 raíces de cúrcuma).

Elaboración:
  • Coloca todos los ingredientes en un recipiente, menos el vinagre de manzana. Mezclar bien.
  • Luego, pasar la preparación a un frasco hermético, previamente esterilizado. Ten en cuenta que 2/3 del frasco deben estar cubiertos por los ingredientes secos.
  • Verter el vinagre sobre los alimentos secos, hasta llegar al borde del frasco. El 1/3 que quedaba libre, ahora es rellenado por vinagre de manzana.
  • Cerrar bien el recipiente y agitar con fuerza.
  • Mantener el frasco en lugar fresco y seco, sin exposición a la luz directa del sol, durante dos semanas. El frasco debe agitarse varias veces, todos los días, mientras está macerando.
  • Pasados los 14 días, colar la preparación. Exprime bien el preparado para que todo el líquido caiga mejor mientras está siendo colado. (Los desechos sólidos pueden secarse y ser utilizados para cocinar).
  • Guarda el líquido en un recipiente, ¡tu antibiótico ya está listo! No es necesario guardarlo en el refrigerador, ya que perdura por mucho tiempo sin echarse a perder.
Consumo:
  • Como primera medida, debes saber que el sabor es muy fuerte y picante. Si no estás acostumbrado a los alimentos fuertes, debes empezar con una dosificación pequeña. Come una rodaja de naranja o lima luego de beber este remedio, eso te ayudará a aliviar el ardor y el calor.
  • Toma una cucharada de este tónico todos los días para fortalecer el sistema inmunológico. Debes hacer gárgaras y luego tragar. No lo diluyas en agua ya que perderá el efecto.
  • Paulatinamente, aumenta la cantidad de la dosis hasta llegar a beber un vaso pequeño al día. El tamaño aconsejable es el de un vasito de licor.
  • Para el tratamiento de enfermedades crónicas y graves, se deben tomar 5 cucharadas al día.
Advertencia: Nunca consumas este remedio en ayunas o con el estómago vacío. Si al tomar la cucharada sientes náuseas, prueba al otro día con una dosis menor y luego ve aumentándola.




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jueves, 18 de junio de 2015

Puchero

El término puchero (del latín pultarĭus, éste de puls -harina cocida en agua-, pasando por "puche") es el nombre de varios tipos de cocidos preparados tradicionalmente en España (Andalucía, Canarias), Argentina, Colombia, Filipinas, Paraguay, Perú y Uruguay, denominados así por ser éste el recipiente donde se cuece esta sopa. En República Dominicana y en Puerto Rico es conocido como sancocho.

El puchero andaluz consiste en un guiso formado principalmente por caldo que se obtiene de la cocción conjunta de carne de ternera, cerdo y gallina o pollo, tocino, huesos salados (hueso blanqueado de vaca y costilla de cerdo salada, a veces hueso de jamón serrano) en compañía de algunos vegetales, fundamentalmente garbanzos, y patata. También suelen añadirse otras verduras para complementar el sabor del guiso, como zanahorias, berza, apio, calabaza, acelgas o nabo.

El caldo del puchero se suele usar para preparar sopas de arroz, fideos u otro tipo de pasta de sémola dura de trigo de pequeño tamaño.

En sus orígenes, era una comida campesina andaluza, y como tal, se aprovechaban todos sus restos por lo que fueron surgiendo platos derivados. El caldo que sobra, llamado caldo —o caldito— de puchero, se toma con unas hojas de hierbabuena, a modo de consomé, la pringá, que es la carne y el tocino usados para hervir la sopa, se sirve normalmente como segundo plato, tras el puchero de plato principal. Al día siguiente, con los restos del pollo (o del jamón), se suelen cocinar los restos de la carne para hacer croquetas, o en otras localizaciones, se suele preparar la denominada ropa vieja.

Algunas variaciones añaden al caldo de puchero yema batida o vino.

El puchero rioplatense es semejante al puchero andaluz del cual deriva. Sin embargo, en la región del Río de la Plata toman preponderancia las carnes sobre los vegetales debido a la abundancia de éstas; de hecho es poco común -en esta variedad de puchero- la presencia de garbanzos (tan comunes en los cocidos ibéricos).

El protagonismo de las carnes en el puchero es cuantitativo y cualitativo. Esto significa que no sólo es generoso en cantidad de carnes, sino que se buscan especiales tipos de cortes de carne. Tanto es así que uno de ellos toma su nombre de este plato, por lo que nunca ha de faltar el puchero en el puchero, y otros cortes vacunos que tengan hueso como el caracú (túetano) -por ejemplo, el llamado osobuco- o, en su defecto, carne de aves de corral (en este último caso el más común es el llamado "puchero de gallina").

Los ingredientes típicos de un puchero rioplatense, además de las carnes, son al igual que el andaluz papa, zanahoria, cebolla y zapallo que vendría a reemplazar la calabaza y, a diferencia del andaluz, se le suele agregar batata (tubérculo llamado asimismo boniato), choclo, puerro, chorizo colorado, tocino e incluso repollo y huevos.

La preparación suele ser sencilla: se van poniendo en la cacerola casi colmada de agua los ingredientes antes mencionados -por su dureza se suelen poner las carnes primero junto con los garbanzos-. Tales ingredientes suelen ser fraccionados o cortados adecuadamente —en cuanto a las papas, si estas son pequeñas conviene ponerlas íntegras1 —; todo se hierve con fuego moderado hasta que se encuentre a punto -señal de ello suele ser el grado de cocción de las papas, que deben estar suficientemente tiernas para el paladar humano aunque no a punto de disolverse-. Una vez cocido se separan los ingredientes sólidos del caldo; este último puede usarse para preparar salsas (como el tuco) o más frecuentemente sopas (principalmente sopas de fideos), o para beber en consomé.

Los ingredientes sólidos casi siempre aliñados a gusto de cada comensal con aceite de oliva y vinagre de vino y especias a gusto (generalmente sal, pimienta, perejil y albahaca). Todo esto se sirve en amplios platos.

El puchero de los andes peruanos es servido en los carnavales de febrero como parte de las festividades, mucha gente espera estas fechas para degustar su platillo favorito. Para la cocción como combustible se emplea leña seca y algunos troncos. Entre los ingredientes principales están: tocino, carne deshidratada de res, garbanzo, col, choclo, zanahoria, papa, camote, yuca, durazno, pitus y raqacha.

Ingredientes:
  • Osobucco 1 kilo
  • Aguja 500 grs 
  • Rabo 1 kilo
  • Pollo sin piel 1/2 
  • Panceta 300 grs
  • Chorizos de cerdo 3
  • Puerro 3 tallos
  • Perejil 1 ramo
  • Apio 3 ramas
  • Cebollas 2
  • Sal gruesa
  • Porotos 500 grs
  • Zanahorias 4
  • Papas 6
  • Batatas 4
  • Zapallo 1/2 kilo
  • Calabaza1/2
  • Choclos 4
  • Aceite 100 cc
  • Pimienta negra molida
Preparación:
  1. Lavar y cortar puerro, apio, cebolla, zanahorias, papas, zapallo, calabazas y las batatas. 
  2. En una gran olla con agua fría a fuego lento incorporar las porciones de falda y osobuco, junto con el puerro, apio, perejil y cebolla. 
  3. Salar. 
  4. Agregar el medio pollo y continuar cocinando (este proceso lleva alrededor de 60 minutos).
  5. Luego hervir los chorizos aparte por 20 minutos para desgrasarlos. 
  6. Una vez cocidas las carnes, agregar papa, batata, choclo, chorizo y panceta. 
  7. Agregar el poroto y cocinar por 20 minutos más. 
  8. Servir caliente, acompañado con pan.

lunes, 8 de junio de 2015

Antonio "El Negro" Gonzaga


Como un vínculo gastronómico entre la comida campestre y los refinados gustos de ciudad, emerge Antonio Gonzaga, conocido como “el Negro Gonzaga”, para llenar los restaurantes de un interesante sabor local.

Nace un chef de entre cocineros

La cocina como espacio de conocimiento y zona de experimentación tuvo un marcado nacimiento de gran alcance en la historia argentina con El libro de Doña Petrona que se editó en 1933. Sin embargo, dos años antes, tuvo lugar la edición del libro de Antonio Gonzaga que, por lo tanto, podría considerarse un precursor en materia de recetas de un chef. Jacobo Yankelevich fue el visionario que patrocinó la edición de un libro de recetas del Negro Gonzaga cuando ni siquiera era un campo editorial. Se llamó El cocinero práctico argentino y fueron, tal vez, las delicias de este moreno, un maestro en la cocina, las que habían llegado a cautivar a Yankelevich, de tal manera, que pudo así dar inicio a una corriente ampliamente difundida y buscada hoy.

Su fama y difusión

Ser moreno y de condición humilde era, a comienzos del siglo XX, un sinónimo de servidumbre; sin embargo, el Negro Gonzaga supo hacerse un lugar de respeto, desde su condición de cocinero, por la inventiva y la decisión que puso en la preparación de platos tradicionales pero con procesos propios. El festejo del centenario de la Independencia, allá por 1916, fue el centro de su apogeo, momento en que su nombre ya resonaba en los salones porteños y época en la que platos como el puchero –hoy tan común– comenzaban a cobrar relevancia. Tres años antes había sido elegido cocinero del presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt, durante su visita a Argentina. Su alcance y prestigio lo llevaron en 1929 a presentar una clase magistral en el Palace Theatre, donde tuvo la oportunidad de mostrar sus interesantes perspectivas y sus magníficas recetas.

Cómo sentó precedentes

La cocina del Negro Gonzaga fue revolucionaria en su tiempo porque abrió paso a un mundo de cocina campera que no era habitual en los restaurantes urbanos. Entre sus innovaciones se encontraba un sistema para la cocción del asado con cuero que aún hoy sigue vigente. La misma consistía en poner la carne sobre la tierra hirviendo con leña y colocar una chapa cubriendo todo. También fue pionero en cocinar popularmente la criadilla o la riñonada horneada en vino, las achuras en general y el chorizo criollo. Una especie de asado gourmet se comenzaba a asomar.

El Negro Gonzaga es un personaje de nuestra tierra que, con simpleza pero con distinción, consiguió dar comienzo a una ruta gastronómica nativa que aún hoy se sigue trazando.

El Buenos Aires colonial ha registrado historias y  anécdotas, con inmigrantes de origen africano,  que pelearon por la Patria, dieron su arte y su música y enriquecieron la cultura argentina.

Pero hay una  la historia de un moreno  famoso, quizás no tan conocida, vinculada la cocina.
Antonio Gonzaga fue uno de los morenos de Palermo Viejo, devotos de San Benito y que menciona Borges en sus milongas. No podemos negar que el destino inevitable de los negros porteños de principios del siglo XX  era la servidumbre o el servicio. El negro Gonzaga, como se lo conocía, se convirtió en cocinero cuando esa actividad no tenía el prestigio que tiene hoy. Lo llamativo es que cuando la gastronomía no era una moda, no existía la carrera terciaria, la televisión no había popularizado esa actividad, un negro fue ovacionado por una multitud reunida para valorar en vivo una clase magistral.

En octubre de 1929, el Negro Gonzaga se presentó en el vine Palace Theatre pero no como un cantor de tangos peinado a la gomina sino como cocinero.

En el Primer Centenario ya su nombre era conocido en  los grandes salones porteños donde se degustaba su puchero y otros platos hoy considerados básicos de la cocina argentina.  Popularizó la riñonada y la criadilla, el chorizo y las achuras que llevó de los fogones rurales a las mesas distinguidas. Fue cocinero de los grandes hoteles y hasta del Congreso Nacional.  Cuando el presidente Rooselvet visitó la Argentina en 1913, comió en el Jockey Club, el menú fue preparado por el Negro Gonzaga.

Jacobo Yankelevich editó un libro con sus recetas en la década del 20 cuando esa literatura todavía no existía, Más adelante apareció Nuevas recetas de cocina auspiciado por una fábrica de anilinas. El tiempo lo fue dejando en el olvido pero sus enseñanzas todavía son seguidas. Por ejemplo, dio las reglas para el asado con cuero: la ternera cortada en trozos, el cuero sobre la tierra hirviente o en una zanja de medio metro donde ardió la leña, y una chapa con la misma leña cubriendo todo. Antonio Gonzaga está considerado como una conexión entre la cocina rural, del gaucho, que posiblemente conoció en los conventillos, y la cocina elegante, de la ciudad.

Asado con Cuero

Es una manera de asar la carne, definitivamente argentina. La tecnica que se describira sigue casi puntualmente lo descripto en 1928 por Antonio Gonzaga, que fue el chef mas famoso de Buenos Aires en la primera treintena del siglo.

Se divide la ternera en tres trozos: los que corresponden a las paletas, los cuartos traseros y el costillar. Luego de abre en cuartos, desconyuntandolos. El costillar se parte por el medio.

Se hace una zanja de tierra de 50 centimetros de profundidad, 50 centimetros de ancho y 1.20 cms. de lado. Se la rellena con leña suficiente como para que el fuego se mantenga encendido durante tres horas consecutivas. haciendo que el hoyo se caliente muy bien. A las tres horas se retira toda la brasa y se limpia bien el fondo.

Se colocan en el fondo de la zanja los trozos de ternera con el cuero hacia abajo, en contacto con la tierra hirviente. Se tapan con la chapa de zinc y se vuelven a colocar los troncos y brasas que se habian extraido del fondo. Este fuego superior debera mantenerse durante dos horas, enriqueciendolo con mas leña si fuera imprescindible.

Pasadas las dos horas, se levanta la chapa, se retira el asado y colocandolo sobre una mesa se limpia cuidadosamente la parte del cuero con un trapo humedo. Los trozos se cubren con un mantel limpio y se los deja enfriar y reposar hasta el dia siguiente.


El primer gurú de la cocina local fue afroargentino...

Su nieto, Horacio, también es chef.
Cuando la gastronomía no era una moda ni materia de estudios terciarios, cuando no existían canales gourmet porque ni siquiera existía la televisión, cuando aún la palabra chef no se había expandido por el mundo impulsada por la nouvelle cousine , un cocinero negro recibió una ovación de una multitud reunida para apreciar, en vivo, una demostración de su talento.
En octubre de 1929, el moreno Antonio Gonzaga se presentó en el cine Palace Theatre, como sólo lo hacían los engominados cantores de tango. Era el cocinero más famoso de Buenos Aires y estaba en el apogeo de su carrera.
Gonzaga era de esos negros de Palermo Viejo devotos de San Benito que incitaban la imaginación de Borges. Se convirtió en cocinero cuando ese oficio estaba lejos del prestigio actual y el servicio, cuando no la servidumbre, era el destino laboral inevitable de los negros porteños de principios de siglo. En la Argentina del Centenario su nombre ya resonaba en los salones donde se degustaba su puchero, que se haría célebre, y otros platos que serían la base de lo hoy conocemos como cocina porteña, o bien argentina.
Popularizó la criadilla y la riñonada, que horneaba con el vino grueso de ese tiempo. El chorizo criollo y las achuras, propias de los fogones gauchos, llegaron a las mesas de manteles blancos de la alta sociedad porteña. 

Como al resto de los negros porteños, el tiempo lo fue dejando en el olvido. Sin embargo, su legado permanece. El asado con cuero sigue haciéndose según lo que él prescribió en 1928: la ternera cortada en trozos, el cuero sobre la tierra hirviente en una zanja de medio metro donde ardió la leña, y una chapa y la misma leña, en un fuego superior, cubriéndolo todo. Gonzaga fue un puente entre el saber de los gauchos, aprendido en algún conventillo de Palermo, y la alta cocina. Sin él, la gastronomía argentina no tendría fundamento. Aunque no lo recuerda, mucho le debe Buenos Aires a aquel cocinero que hace 80 años recibía el aplauso de una ciudad a la que cautivó. .

Los grandes bifes o el célebre puchero del chef más requerido de principios de siglo -el negro Antonio Gonzaga- eran de rigor en un menú abundante, pero inocuo. Este cocinero "de color" -como se atenuaban las alusiones a las gentes con origen africano- vivía en la suerte de gueto negro del Palermo Viejo.

Gonzaga escribió su folleto Recetas de cocina familiar -100 páginas a 20 centavos de precio de tapa- en la calle Niceto Vega 5836, domicilio hoy atrapado en el gastronómico Palermo Hollywood. Se había hecho famoso por la elaboración de sus chorizos criollos y por una riñonada de ternera horneada al vino. En los grandes salones impuso como una coquetería la carbonada criolla y el guiso de cordero. Su "puchero carnicero" era pródigo en varios cortes vacunos y un espinazo de carnero. Su viajada clientela sumaba, a las nostalgias comunes, la distancia que una tour europea los separaba de las empanadas o las costillas de cordero a la Villeroy (que Gonzaga empapaba con la salta Tigre de su invención).





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